Por: Rev. Darío Silva-Silva

La iglesia no se mueve, ciertamente, por vaivenes o modas seculares, pero no puede ser indiferente al oleaje histórico que, de todas maneras, es conducido por Dios. Interpretar el signo de los tiempos ayudará a un encuadre de la acción cristiana dentro de la coyuntura contemporánea. La actual confusión de búsquedas que padece la sociedad humana ha afectado, y no superficialmente, al conjunto de la cristiandad, sometida también a los rápidos cambios que hunden sus orígenes en la génesis de la Edad Moderna. Intentaremos algunas consideraciones que nos ayuden a actuar hoy para gentes de hoy, proyectando nuestra acción hacia el mañana para gentes del mañana. Futurización actualista. Porque, como lo señalara dramáticamente Ignace Leep hace más de 40 años: 

El cristianismo está ante una de las crisis más peligrosas de su historia, porque está surgiendo una imagen del mundo completa- mente nueva, imagen del mundo sin ninguna relación con la revelación cristiana. La religión, que creó y sustentó en el pasado civilizaciones y culturas enteras, corre hoy el peligro de convertirse en un asunto absolutamente privado, pues la mayoría de los hombres que trabajan científica, económica y políticamente en la estructuración del mundo nuevo, no piensa ni siquiera en buscar luz y fuerza en la revelación cristiana. Ante este estado de cosas temen muchos buenos cristianos. Los teólogos de oficio no se atreven a plantearse nuevas preguntas sobre la fe, o a pensarla simplemente en una nueva luz. 

Hay un temor reverencial a la nueva inquisición teológica que considera herético cualquier esfuerzo exploratorio de corte actualista. En los días que corren, muy siglo XXI, Savonarola y Huss no podrían expresar sus opiniones en voz alta, bajo pena de ser conducidos a la hoguera evangélica que reduce a cenizas la libertad de examen. Vivir para ver… 

Texto y contexto 

Por las razones expuestas, hoy la hermenéutica, por ejemplo, se halla anquilosada en tres posturas que mutuamente se consideran excluyentes e irreconciliables, y que, incluso, se ofenden unas a otras: 

  • Fundamentalista: LaBiblia es Palabra de Dios. Punto final. No se aceptan discusiones en ningún caso y por ningún motivo. 
  • Liberal:La Biblia no es Palabra de Dios, pero contiene Palabra de Dios. ¿Y quién define en qué porciones y proporciones? 
  • Neoortodoxa:La Biblia no es Palabra de Dios, pero llega a ser Palabra de Dios. ¿Bajo qué criterios? 

Curiosamente, las tres posturas son válidas desde un punto de vista esencialista: La Biblia es Palabra de Dios, contiene Palabra de Dios y llega a ser Palabra de Dios; para conciliarlas, deberíamos hacer un esfuerzo de simplificación y examinar las Sagradas Escrituras, en todos los casos, bajo cuatro contextos: 

 

  • Contexto literal:Tal y como está escrito. El sentido común discierne este contexto con facilidad: No matarás. No hurtarás. No cometerás adulterio. No te harás imagen. 
  • Contexto histórico:Cuándo y para qué gente se transmitió el mensaje. No todo es aplicable a toda época: La adúltera morirá apedreada. Hay quienes se hacen eunucos a sí mismos. (Hoy la lapidación es puramente teórica y el autocastrado Orígenes no tiene imitadores, como es explicable). 
  • Contexto simbólico:Hay textos claramente alegóricos que no pueden literalizarse por ningún motivo: Yo soy la Puerta. Yo soy la Vid. Esto es mi Cuerpo. (El Señor no es un mueble, ni un vegetal, y su cuerpo, tampoco, una hogaza de pan). 
  • Contexto virtual:¿Qué me dice a mí y ahora el texto?No toda escritura transmite lo mismo a toda persona. (El Espíritu Santo particulariza y virtualiza la lectura). 

Tomando en cuenta que a veces un contexto incluye o implica otro u otros, si cada porción bíblica se mira bajo estos cuatro lentes, la conclusión será integral y esencialista. 

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