El gobierno de El Salvador y las iglesias cristianas reparten mercados a muchas familias necesitadas y que quedaron en condición de riesgo después del confinamiento. Unidos a la Policía Nacional han suplido necesidades físicas y también espirituales, recorriendo las calles y orando ante la ciudadanía para pedirle a Dios por la crisis mundial y hacer un llamado a permanecer en la fe y no perder la esperanza.

 

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