Por: Rev. Darío Silva – Silva. Fundador y presidente de Casa Sobre la Roca, Iglesia Cristiana Integral.

 

«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador»Juan 15:1. Estoy absolutamente convencido de que la Biblia es inerrable, pero no creo que su texto sea totalmente literal. Me identifico con C.S. Lewis cuando advierte que, por el hecho de que Jesús dice que seamos como palomas, él no está dispuesto a pasársela todos los días poniendo huevos. Yo suelo utilizar cuatro claves distintas, que pueden ser complementarias, para escudriñar cada texto bíblico.

1 – Clave literal: El texto es tal como está escrito. No acepta ninguna clase de interpretaciones adicionales a lo que dice por sí mismo. Es de simple sentido común.

2 – Clave histórica: en qué época, para qué gentes, bajo qué cultura se emitió el texto que estoy considerando. Puede no ser aplicable hoy, aunque ofrezca lecciones valiosas.

3 – Clave simbólica: el texto tiene un sentido figurado, alegórico, metafórico, etc. Por lo tanto, no puede tomarse al pie de la letra, sino averiguar qué significado tiene y qué enseñanza deja.

4 – Clave virtual: el texto me permite desentrañar, guiado por el Espíritu Santo, lo que me dice en forma personal, o bien a mi grupo en particular. Se establece a través de tres preguntas: ¿Qué dice? ¿Qué significa? ¿Qué aplicación tiene para mí?

Muchas de las afirmaciones del Dios-Hombre sobre sí mismo que ya han sido analizadas en varios de nuestros libros, tienen un sentido puramente simbólico, por ejemplo:

El Cordero: significa que Jesús asume el lugar que tomaba el animal utilizado como expiación por los pecados en la religión judía. Los sacrificios provisionales de la antigüedad eran solo un anticipo del suyo, que fue definitivo.

El pan: informa que Jesús es quien nos alimenta espiritual, psíquica y físicamente, pero no significa que él sea un enorme bloque de harina cocida en forma humana como para el ‘Libro de los Guinness World Records’.

La luz: se trata de la luz espiritual, no de la física, aun cuando esta última es producida indudablemente por aquella. No implica que Jesús de Nazaret se haya vuelto una enorme linterna que camina, habla y acciona.

Algo similar ocurre con esta nueva autodefinición del Dios-Hombre: “Yo soy la vid”, la cual no significa, informa, ni implica que Jesús de Nazaret se ha transformado en un vegetal. De ser así, la frase complementaria “ustedes son las ramas”, rebajaría a los creyentes de categoría dentro de los reinos de la naturaleza.

Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado. Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. Juan 15:3,4.

 

 

 

Foto: Kelly Sikkema – Unsplash (Foto usada bajo Licencia Creative Commons)  

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