Por: Rev. Darío Silva – Silva. Fundador y presidente de Casa Sobre la Roca, Iglesia Cristiana Integral.
El Espíritu Santo quiere que los bíblicos avancen hacia el terreno pentecostal y los pentecostales se muevan hacia el bíblico, para que se abracen en el centro, bajo la cruz. Sorprende gratamente que un pentecostal de tuerca y tornillo como Stanley Horton haya exhortado vivamente a sus correligionarios a moderar el emocionalismo de algunas de sus actividades. Hay reuniones eclesiásticas caóticas, como neomontanistas, que rompen la instrucción paulina de hacerlo todo decentemente y con orden. Un templo cristiano no puede ser una olla de grillos.
La iglesia, tal como Cristo la concibió y los apóstoles la plasmaron, es, a la par, escritural y carismática, y es fácil constatarlo en pasajes como este:
Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Cristo. Al oír a Felipe y ver las señales que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje. De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando gritos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos. Y aquella ciudad se llenó de alegría. Hechos 8:5-8
Esta escena, típica de la iglesia primitiva, contiene claves explícitas: Felipe decía la Palabra de Dios y mostraba las señales del Espíritu Santo simultáneamente. Los circunstantes estaban oyendo y viendo al tiempo. Como resultado de ese equilibrio entre Palabra y Espíritu, había gran alegría en aquella ciudad. El plan de Dios nunca fue, como no podía serlo, disociar su Palabra de su Espíritu. Es más, este es el autor de aquella.
La iglesia integral lo entiende como alguien lo ha dicho cabalmente: el Espíritu Santo es el tren; la Biblia, son los rieles. Los rieles son inservibles sin el tren, pero el tren solo puede andar sobre los rieles. La Biblia es la chimenea; el Espíritu Santo, el fuego. La chimenea sin fuego a nadie calienta; el fuego por fuera de la chimenea puede incendiar la casa. Cada día un mayor número de pentecostales someten sus experiencias a una severa confrontación con la Biblia, y un mayor número de bíblicos conducen sus conocimientos al terreno experiencial. La iglesia tiende a regresar a la fuente, y no solo en cuanto al aspecto comentado, sino en todos los relativos al perfecto propósito de Dios.
Las anteriores consideraciones son solamente un gran borrador y con ellas no pretendemos decir la última palabra. Lo que hemos convenido en llamar «Iglesia Cristiana Integral» es un esfuerzo por coordinar las inteligencias y voluntades de quienes disciernen las señales del tiempo actual. Pero, por supuesto, la Iglesia Cristiana Integral apenas es, por ahora, un movimiento en busca de una teología. El reto de Dios.